domingo, 7 de marzo de 2010

Estimulación prenatal

A veces olvidamos que la vida de nuestros hijos e hijas inicia en el momento en que son gestados, fuera de debates éticos, todos ellos respetables, es importante tenerlo en cuenta cuando intentamos comprender su desarrollo, el origen de sus capacidades o sus limitaciones.
Desde el primer día, esa pequeña célula cargada de datos, de historia, de vida, va saltando de manera cuántica de una capacidad a otra. Pasa de ser un cigoto, a un embrión, a un feto y así hasta adquirir forma y facultades propias de nuestra especie.
Existen teorías que indican que nuestra sorprendente evolución se debe a la mano. Éstas respaldan sus hipótesis en el hecho de que gracias a esta minúscula extensión del cuerpo, el ser humano pudo dominar el fuego y crear herramientas para sobrevivir. Hoy es posible observar una gran actividad neuronal cuando la mano realiza una actividad. Lo más sorprendente es que este instrumento ejecutivo del cerebro ya tiene desarrolladas todas sus funciones cuando el embrión cumple cuarenta y siete días de vida. Esas pequeñas bolsitas -más parecidas a las manos de una rana que a las de un humano- están listas para palpar el mundo.
Al cumplirse la sexta semana se completa el desarrollo del sistema nervioso central (que irá creciendo conforme lo haga la corteza cerebral), lo cual nos indica que el feto está listo para absorber estímulos que se irán almacenando en su memoria sensorial. Es el momento adecuado para comenzar a participar de forma activa en la maravillosa experiencia del aprendizaje.
Con siete semanas los órganos han tomado su sitio, ya sólo es cuestión de esperar su maduración. Las orejas se encuentran en su sitio y el insipiente aparato auditivo está percibiendo el rítmico latido de la madre y los sonidos externos. Es un buen momento para comenzar a escuchar música con la intención de que la pequeña o pequeño comience a contactar con el exterior; no es necesario ponernos audífonos en el vientre, como antes se pensaba, basta con escuchar y movernos al ritmo (bailar con el papá alegremente funciona mejor). Esto ayuda a potenciar las capacidades de ritmo, armonía y melodía, y no sólo para desarrollar un gusto por la música sino para que comience a comprender que fuera del vientre materno casi todo tiene un orden espacio temporal. Hay estudios que respaldan que aquellos niños y niñas que han sido estimulados desde el vientre materno tienen mucha más facilidad para las matemáticas, el lenguaje (gramática y vocabulario), la coordinación, el diálogo, la interrelación, creatividad y concentración entre otras.
Por lo general el padre cree que no puede involucrarse en el desarrollo prenatal pero no es así. Conozco muchos papás que han tomado la iniciativa de crear un vínculo emocional con sus hijos e hijas desde el embarazo; suelen poner música que les gusta, les leen cuentos, los acarician y les hablan. Por más extraño que parezca estos pequeños gestos ayudan profundamente en el desarrollo social, emocional, físico y mental de su bebé. Además de que aportan seguridad y confianza, tan necesarias para la autoestima del bebé. Otra forma activa de intervenir en esta etapa es procurando un ambiente de tranquilidad para la madre, pensando que el estado anímico de ella afecta directamente en el desarrollo emocional del pequeño o pequeña.
Si todo sigue su orden natural, el bebé nacerá cuando cada uno de los órganos haya alcanzado su nivel óptimo de maduración. En caso de que los niños nazcan prematuramente es importante localizar el momento en el que se detuvo su desarrollo prenatal, pues esos aspectos se deberán trabajar para no arrastrar secuelas en su aprendizaje. Nuestros niños en realidad no cumplen años el día de su nacimiento, sino el día de su gestación.

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