martes, 23 de marzo de 2010

El orden lleva a la disciplina


Entonces comprendí que en el ambiente del niño todo debe estar medido
y ordenado, y que la eliminación de confusiones y superficialidades
engendra precisamente el interés y la concentración.
María Montessori


Cualquier cosa que nosotros hagamos será emulada por nuestros hijos e hijas. Ellos necesitan una referencia para el comportamiento. Es por ello que antes de cuestionarnos porqué actúan en forma errónea o incorrecta debemos mirar hacia nosotros. Si no tenemos disciplina en la vida (orden, horarios, hábitos…), no podemos pedir que ellos la tengan. Si nuestra vida es caótica, la de ellos también lo será.
Si a todo esto aunamos que vivimos inmersos en una sociedad en la cual la armonía pierde valor, en donde hay que correr para “ganar” tiempo y tener mucho para gastar más, en donde la violencia tácita en los medios de comunicación acrecienta nuestra indolencia e indiferencia, resultará complicado, por no decir imposible, conformar un recinto de paz en nuestros hogares.
La respuesta a aquellos padres y madres que deseen procurar ambientes propicios para que el desarrollo de sus hijos e hijas sea sano e integral, está en el cuidado del orden que rija sus vidas.
En otras ocasiones he mencionado que el espacio debe estar adecuado a las necesidades e intereses de los niños, de tal manera que nada sea un obstáculo en su aprendizaje. Pero no basta con comprar muebles a medida o adecuados para generar el orden. A los niños hay que enseñarles a moverse en el espacio con cuidado y respeto. Deben entender que todo en casa tiene una función que se debe respetar y los padres debemos recordárselos con palabras y actos: `esta es una mesa y en ella comemos´, `el sillón sirve para sentarnos, nunca para saltar´. Pero si al ver la tele, subimos los pies a la mesa, el mensaje se contradice y el aprendizaje se coarta.
El movimiento también se educa y este aprendizaje del autocontrol es vital para lograr una buena disciplina. Los recién nacidos aprenden a moverse dentro de un espacio limitado, no se trata de poner barreras físicas sino de enseñarles a controlar su cuerpo. La supervisión, la vigilancia y la protección son de suma importancia en los primeros años de vida. Nuestra labor es ser ejemplo de cómo se sienta correctamente, cómo se abre una puerta, cómo andamos sin tropezar con las cosas. Es muy importante que hagamos un refuerzo verbal y en lugar de decir `Te vas a pillar un dedo, deja la puerta´, a la niña se le indica, la puerta se cierra así (con la acción acompañada) y se le puede ejemplificar el error `si pones la manita aquí, cuando cierre la puerta te puedes pillar´. Esto lo comprende sin problemas un niño a partir de un año. Como verán no sólo es ordenar el espacio sino aprender a moverse en él de manera correcta.
Lo mismo sucede con el tiempo. Una vez marcadas las rutinas, hay que ser respetuosos y consecuentes con las horas determinadas para cada actividad. Si rompemos continuamente el horario, el mensaje que estamos transmitiendo es de inseguridad, de poca certeza, cosa que a los niños atemoriza y violenta. Si por alguna razón el horario se va a romper, es importante que le avisemos a nuestros hijos que un cambio previsto va a ocurrir: ´esta noche cenaremos fuera de casa porque es un día especial y mañana no hay que despertarnos temprano´.
Mientras los niños se habitúan al horario familiar (en caso de que no se lleve de manera natural desde su nacimiento), es importante recordarles qué es lo que sigue, un horario con dibujos es muy ilustrativo para los pequeños.
Los niños y niñas menores de seis años tienen periodos de concentración más profundos que largos, logran sumergirse en una actividad que aún cuando parece repetitiva, tiene una función específica y trascendente, la de lograr la maestría. No podemos sacarlos de estos periodos como si lo que hicieran no tuviera importancia. La mejor manera de irlos llevando a la siguiente actividad es mediante el aviso previo. Unos diez minutos antes de que llegue la hora del baño se le avisa: `ya viene la hora del baño, en cinco minutos más dejamos de jugar y recogemos´. Es importante que verifiquemos que la niña o el niño se ha enterado y que nos de una muestra de ello. Un `vale´, `sí´, o `de acuerdo´ son suficientes. Al principio nos costará un poco más si están habituados a persuadir a los padres con el llanto; es aquí cuando papá y mamá tienen que actuar en una misma dirección y recordar que se ha hecho un acuerdo. Para estos primeros días conviene ir al horario gráfico y recordar qué es lo que sigue y mencionarle que mañana habrá tiempo para continuar con lo que se hacía.
Y por último les recuerdo la importancia del orden interno, tanto ideas como emociones deben ser cuidadas. Hay que impedir la entrada de violencia a nuestro hogar y vigilar nuestro vocabulario o la forma en la que nos dirigimos a los miembros de la familia; si damos posibilidad al diálogo o si sólo estamos propiciando la discusión y la sinrazón. Recordemos que el diálogo también ordena ideas, da posibilidad de potenciar un pensamiento crítico, creativo, reflexivo. Pero sobre todo nos conduce hacia la escucha, el respeto, la tolerancia y la inclusión.

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