domingo, 7 de marzo de 2010

El privilegio de ser padres



Toda ayuda innecesaria es un obstáculo en el crecimiento
María Montessori


Cada día somos más los padres y madres que nos acercamos a profesionales de la educación solicitando asesoría, apoyo o simplemente información. Deseamos tener más herramientas para acompañar a nuestros hijos en su formación. Muchas veces la dinámica familiar, el trabajo o el agotamiento no nos permiten observar con calma el origen de los problemas que se gestan en casa y nos perdemos en buscar soluciones rápidas a situaciones emergentes, por lo general relacionadas con la disciplina o los malos hábitos de sueño, alimentación, juego, etc. Esta tendencia a solucionar los problemas, antes que prevenirlos, nos impiden disfrutar de lo positivo de su crecimiento, dejamos de observar las habilidades que van adquiriendo y nos centramos en los berrinches o malas noches. Pero quizá el problema radica en el hecho de que ser padre o madre requiere de ciertas actitudes que no todos hemos fortalecido. Como cualquier habilidad, la actitud se puede ejercitar; propongo comenzar por aquellas que considero imprescindibles: 1. Confianza en la naturaleza bondadosa del niño y en nuestro instinto paternal. 2. Paciencia, ya que todo en el desarrollo del ser humano se completa; aquello que parecer no tener final no es sino una etapa que no volverá. 3. Respeto para cada niño, cada niña, pues cada uno posee un ritmo de aprendizaje diferente, tiene intereses diferentes, necesidades diferentes. 4. Constancia en el desarrollo de la voluntad (disciplina) de nuestros hijos e hijas, ya que de ello dependerá el fortalecimiento de su comprensión del mundo, de las leyes y normas que rigen las relaciones humanas y de la libre y adecuada elección. 5. Tranquilidad. En la medida en la que estemos serenos, nuestros hijos e hijas lo estarán también. Si logramos mostrar estas actitudes, podemos asegurar que la mitad del trabajo está logrado. Pero aún falta una parte muy importante, lo que en la educación montessori se conoce como `los tres pilares de la educación´. A aquellas mamás y papás que se acercan al colegio (o cualquier otro profesional de la educación) y solicitan tutoría o asesoría, se les pide que describan la forma en la que el hijo o hija llevan su rutina. Con sólo esa información es posible saber si los padres están cometiendo algún error que impida el desarrollo natural de sus hijos. Los adultos somos expertos en obstaculizarlo. Solemos adaptar su espacio y tiempo al nuestro. Somos muy poco respetuosos con sus necesidades. Les damos de comer cuando a nosotros nos viene bien, los dormimos cuando nos conviene, decoramos la casa de acuerdo a nuestros gustos y caprichos y no nos damos cuenta que sólo estamos alterando una armonía que se rebela por medio de rabietas que en la mayoría de las veces significan: respétame. Por lo mismo quiero compartirles estos tres pilares para que analicemos si hay algo en nuestra actitud o en nuestra manera de ejercer la paternidad que pueda provocar lo que en el día a día consideramos un problema. Les recuerdo, no hay niñas o niños malos, sólo hay padres despistados. Autoformación: Es esencial que los padres y madres se familiaricen con el desarrollo natural de sus hijos, informándose y preparándose antes de que cada etapa llegue. Por lo menos tiene que haber tres libros en casa que nos hablen del desarrollo. Ambiente preparado: Ordenar espacio (casa y en especial la habitación de los niños) de tal manera que nada obstaculice su desarrollo, no hay nada peor para el desarrollo psico-senso-motor que un lugar en el que no se puedan mover los niños, en el que no puedan tocar las cosas. Sus juguetes y material de trabajo (arte) deben estar organizados en cajones o canastos en los que puedan clasificar (muñecos, coches, trenes, animales, instrumentos musicales). Organizar su tiempo por medio de rutinas adaptadas a las necesidades del niño que den seguridad y certeza. Es muy importante respetar las horas de sueño para su edad (entre 10 y 12 horas antes de los 8 años). Actividades y material que procuren el desarrollo: Que los materiales (juguetes didácticos) y actividades que planeamos para los hijos supongan una ayuda y no un obstáculo o una distracción innecesaria. Si hay más de seis juguetes en la habitación no sólo no podrán organizarlos sino que les será difícil concentrarse por un periodo razonable en una sola actividad. Evitemos juguetes que emulen los dibujos animados, en cambio compremos puzzles, libros, cubos de madera, reproducción de animales, letras con imanes, pizarras, pelotas, pinturas… Y para terminar los invito a poner especial interés en la disciplina, entendiendo esta como el desarrollo de la voluntad: movimiento, pensamiento, emociones… La disciplina se va gestando desde los primeros meses, un niño, una niña, cuya vida esté ordenada, organizada, difícilmente mostrará mala conducta. Pero para ello debemos ser constantes, indicando desde el segundo semestre de vida la función de las cosas: `la mesa sirve para comer´; ejercitándoles la capacidad de seguir indicaciones: `lleva tu ropa sucia al cubo, porfavor´; motivándoles a realizar las cosas sin ayuda: `quitate los calcetines tu solita´, colaborando en casa: `ayuda a papá a poner la mesa´. Verán cómo son capaces de ir actuando con disciplina sin necesidad de obligar ni enfadarse. No olvidemos que lo más emocionante de la paternidad, es que de alguna manera somos testigos de la evolución de de nuestra especie a través del desarrollo de nuestros hijos e hijas. Y lo más bello es la recompensa del amor. Si somos capaces de trasmitir una filosofía de vida basada en la fortaleza de los lazos familiares, la solidaridad, la cooperación y el respeto mutuo (a pesar de las diferencias de carácter, inclinaciones, tendencias), tendremos una gran posibilidad de ser correspondidos.

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