viernes, 2 de abril de 2010

En la escuela de mi hijo se monta en burra

En el calendario de los padres españoles, marzo se marca con un MATRICULA en rojo y con mayúsculas. Sabemos que para los debutantes comienza el calvario de la búsqueda de escuela, el papeleo, la suma de puntos y las indagaciones en torno a las coles del barrio y sus posibles diferencias.
El año pasado como familia nos vimos envueltos en ese trajín. Estábamos inmersos en un modelo que restringe posibilidades, primero porque la libertad de elección se limita a la oferta que brinda el espacio físico. La mayoría de los puntos los otorga la cercanía al centro educativo. Si corres con suerte un buen centro concertado con un modelo alternativo al tradicional te puede tocar, pero para asegurarlo tienes que tener más puntos que la mayoría (familia numerosa, incapacidad, madre soltera…) de lo contrario el candidato a aprendiz entra a un concurso un tanto traumático para los padres. Sólo unos cuantos entran, el resto queda a merced de la mala suerte, y lo digo así porque entrarán en aquellos centros que fueron descartados como primera opción por decenas de familias y que por tanto tienen plazas vacías.
Pero son tan pocos los que ofrecen una educación alternativa que al final uno acaba dándose cuenta que la fortuna está en el o la maestra que le toque a tus hijos. Y así fue nuestro caso. Recuerdo que hace un año cuando escribí el artículo
El calvario de la escolarización recibí muchas cartas de padres preguntándome por escuelas o sobre los aspectos a tomar en cuenta para la buena elección del centro. Yo me considero una verdadera disidente de la educación pública tal como se encuentra estructurada en España. Lo digo a sabiendas de la controversia que esto puede generar. Bastaron tres semanas en una escuela pública para ver cómo el espíritu curioso de nuestro niño se iba apagando en una sillita verde de la cual no se podía mover en siete horas.
Son tan pocas las escuelas concertadas que ofrecen un proyecto alternativo al tradicional o las que logran sobrevivir cuando se ven obligadas a se ofertadas a familias que poco o nada se interesan por su proyecto pedagógico, que termina siendo todo un poco de lo mismo.
Como padres creemos firmemente que la educación es la única herencia que podemos dejar a nuestros hijos. Así que en lugar de invertir en cosas innecesarias o triviales, su dote se deposita mensualmente en una de las pocas escuelas que nos han conmovido.
La casita de Martín es un paraje muy lindo en medio de un bosque de altos bloques de pisos de verano. Un sitio en dónde los niños juegan aprendiendo y aprenden jugando. Las cabañas (aulas) con nombres de viento, luna, estrella, están inmersos en una granja y comparten el espacio con un monumental toro, una burra llamada Santa que los pasea con frecuencia, cuentan los huevos de las gallinas, descubren que la primavera se acerca observando la aparición de los azahares en los naranjos, cuentan cuentos en un Tipi, realizan murales con diversas técnicas y lo que es más maravilloso, disfrutan de las fiestas que los adultos preparan para ellos, pues en este centro los niños no se disfrazan para cantar un villancico sino que los padres representan un belén viviente, cantan, bailan y hasta tocan instrumentos para los niños. Es una verdadera comunidad educativa, de esas que quedan pocas. La clave: la calidez.
Nos quedan dos años más de tranquilidad, después habrá que pensar en la primaria. Confío que para entonces volveremos a encontrar un oasis como este.

3 comentarios:

  1. Hola,

    soy una mama que lleva a su niño a la casita de Martin y la verdad, es que no es oro todo lo que reluce, los niños casi nunca salen al patio y les tienen en un aula con las cortinas cerradas y con luz artificial, el tema de la higiene de nuestros pequeños brilla por su ausencia, a mi peque le cambian el pañal casi siempre una sola vez al día ( va de 9 a 3 ), que si lo pienso es lo normal, 25 niños de 2 años para una sola monitora es demasiado. Todo lo hacen jugando, es una pena que no enseñen jugando el control de esfinteres y lo consideren un problema de la casa no de la escuela ( como me dijo a mi personalmente Rafaela la directora ), total, ellos aceptan niños hasta los 6 años, así que cuanto mas tarden en controlar mejor para ellos, mas niños que no se les van al colegio.
    Yo no estoy contenta con esta escuela infantil, me parece que esas instalaciones tan llamativas que nos enseñan cuando vamos a informarnos solo las utilizan para los niños que van de excursión con el colegio.
    Un saludo

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  2. Totalmente de acuerdo contigo, a mi peque ni siquiera le dan agua, tiene que llevar una botellita de agua. El día que le tocaba montar en la burra Santa ( te recuerdo que solo es una vez al trimestre, vamos 3 veces al año ) no fué por que estaba malita y se ha quedado sin montar, eso por no hablar de la forma de pago al centro, SOLO ACEPTAN EFECTIVO !?
    Y no te puedes imaginar como ha llegado a tener el culito por la falta de higiene....

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  3. Gracias por sus comentarios, yo sugiero que hablen abiertamente del tema con la dirección, a mí me han recibido siempre con la puertas abiertas y mi caso es diferente, mi niño con cuatro años habla perfectamente y me cuenta con detalle las cosas que allí hacen. Nunca le han frenado su ritmo de aprendizaje y con tres años y diez meses comenzó a leer. Sé que no salieron al patio por las lluvias pero me encantó que pudieran estar en el patio cubierto, cosa que en el público en el que estaba no podía hacer, allí permanecían en el aula.
    En la reunión pasada hablamos del control de esfínteres y me parece importante lo que allí se comentó, hablaron del respeto al ritmo de cada niño, cosa que yo siempre he defendido. Los niños no controlan sus esfínteres sino hasta que hay logrado otras habilidades, les recomiendo que practiquen dando saltos como ranitas, con las piernas juntas, eso ayuda a controlar, una vez que pueden saltar así (impulsándose con las dos piernas y cayendo con las dos) están listos para ir al baño; y francamente sí creo que es una responsabilidad de los padres y que parece una larga pesadilla pero que si nos ponemos pasa muy rápido. Pronto escribiré al respecto para poder ayudarlos. Y en cuanto a lo otro háblenlo. Yo honestamente prefiero que lleve su botellita de agua (pueden rellenarla) a que tomen todos de un mismo vaso... eso pasaba en la otra escuela.
    Y si así no están contentos, no dejen de buscar, que la clave está en los padres convencidos y contentos. Un abrazo y suerte.

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